Alejandro Amigo

5 de jun de 20192 min.

La Nueva Sociedad Individualizada.

Actualizado: 30 de mar de 2020

"Ser independiente, autónomo y capaz de sobrevivir por sí mismo adaptándose al medio. Desarrollar la propia identidad, conocerse a sí mismo como un ser pleno e integrado. Completar el proceso de crecimiento para lograr ser uno mismo". Todas estas afirmaciones nos muestran el principal destino del desarrollo humano: la consecución del proceso de INDIVIDULIZACIÓN.

En lineas generales entendemos como individuación al proceso mediante el cual una persona se convierte en un individuo integrado, llegando a ser uno mismo y alcanzando la capacidad de ser totalmente autónomo e independiente. Se trata por tanto, de un proceso que requiere del crecimiento del sujeto y del desarrollo de diferentes capacidades psíquicas, apareciendo a lo largo del desarrollo humano y durando, en realidad, buena parte de la vida.

Este proceso es especialmente relevante y visible durante etapas de crisis, momentos en que la individuación de la persona le hace capaz de generar su propia identidad, diferenciándose de sus semejantes y empezando a reconocerse a sí mismo como un ente propio y único. Para ello es necesario asimismo que exista una pertenencia, es decir, una vinculación con el entorno familiar y cultural que permita tener un punto de partida y un ambiente que facilite el proceso. Todo ello permitirá generar proyectos de futuro coherentes con uno mismo, así como la posibilidad de vincularse o desvincularse del mundo de forma sana y sincera.

Esta nueva concepción vital no implica que una sociedad individualizada se caracterice siempre por dar lugar a individuos egoístas y atomizados, todo lo contrario. En las sociedades individualizadas los ciudadanos suelen perseguir numerosas causas solidarias y participar en iniciativas de tipo colectivo. En efecto, las respuestas singulares que dan las personas a las condiciones que impone una sociedad individualizada acaban marcando el talante del espacio público. Mientras que algunos pasan horas frente a la televisión encerrados en su hogar, otros cultivan sus amistades, persiguen sus afinidades lúdicas o colaboran con sus conciudadanos para mejorar el entorno. Sin embargo, es obvio que en una colectividad individualizada la intensidad del espíritu comunitario y el dinamismo de la sociedad civil dependen mucho menos de la tradición que de la capacidad espontánea, activa y creativa de sus ciudadanos. 

Lo esencial del proceso de individualización es que las pautas de residencia basadas en los vínculos interpersonales son voluntarias y no forzadas por falta de alternativas. En teoría al menos, las personas de las sociedades individualizadas disponen de una mayor capacidad de elección y decisión para llevar a cabo sus aspiraciones y proyectos, lo cual les brinda una mayor autonomía y una menor dependencia de las relaciones de parentesco. Es por ello por lo que, más allá de los posibles inconvenientes del individualismo institucionalizado, deberíamos también calibrar sus ventajas. 

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