El bebé de 1 año es un explorador que experimenta nuevas situaciones por doquier donde desarrolla todo su potencial. Cuando juega con su hermano mayor, éste hace valer su jerarquía y establece los roles en el juego. Es el hermano quien llevará la iniciativa del juego pero también el que le sirva como bastón al pequeño para por lo menos llegar al mínimo nivel de acción para desarrollar el juego. Es decir, el grande ayudará al pequeño a que por ejemplo, jugando al “escondite”, busqué en los sitios típicos donde uno se esconde en ese juego (detrás del sofá, debajo de la mesa, etc…). El mayor quiere ganar pero con un rival que le ponga oposición, sin percatarse de que está enseñando al pequeño todos los trucos para convertirlo con el tiempo en un verdadero competidor.
El pequeño imita al mayor como si fuera un espejo, realiza en ocasiones movimientos calcados a los de su hermano, incluso imita rituales que ni siquiera conoce el significado. Por ejemplo siguiendo con el mismo juego, hace que cuenta con los ojos tapados incluso sin saber contar (se tapa los ojos y recita algunos fonemas que para el son como números). Aprende coletillas verbales y gestos típicos del juego. En definitiva el grado de socialización del bebé durante el juego con su hermano digamos que estaría en su punto de mayor actividad. Aprende que en el juego además del simple hecho de la diversión, casi siempre hay un componente competitivo, donde uno gana y otro pierde, y lógicamente por la desventaja que le ocasiona su edad, tiene todas las de perder. En consecuencia su hermano se convierte en un “ganador” del cual se tienen muchas cosas que aprender.
Mientras que cuando explora por si mismo él es el sujeto en el que recaen las consecuencias de esa exploración, cuando lo hace con su hermano tiene una prueba fehaciente de estas consecuencias sin llegar a experimentarlas el. Es decir, si su hermano juega con un objeto punzante y se pincha y se hace daño, el pequeño se alerta y tomará precauciones cuando le toque a él jugar. También observa que cuando su hermano se porta mal sus padres le regañan por lo que las riñas que le caigan a el no le vendrán de sorpresa.
El pequeño observa además como su hermano mayor cada vez quiere ser más independiente, que consigue logros muy importantes por si mismo, que sus padres cuentan con el para tareas de responsabilidad, que se divierte solo, que tiene amigos que visitan su casa, que se separa de sus padres para ir a jugar con otros amigos, etc… de una forma maquillada, el bebé se anima a ser más independiente, siguiendo el ejemplo de su hermano mayor.
En cuanto a las precauciones a tomar cuando los dos hermanos jueguen, es conveniente dictar algunas normas del juego que además sirvan a ambos con reglas socializadoras para la vida real. Es decir, conviene decir y siempre en presencia de los dos, que el hermanito no es un juguete del mayor, que no se le puede coger en cuello ni tratar bruscamente, que como hermano mayor tiene que ser responsable de lo que le pase al peque durante el rato que dura el juego (como los adultos lo son del mayor cuando juegan con este), y en definitiva no alarmarnos mas de lo común ante las consecuencias de lances del juego.